José
Manuel Bou/ Según
la Biblia Abraham tuvo dos hijos: Ismael, cuya madre era una
concubina y al que su padre abandonó en el desierto para
que muriera, e Isaac, al que estaba dispuesto a sacrificar con
sus propias manos por mandato de Dios. De Ismael se supone que
descienden los árabes y de Isaac los judíos. Cuando
se formó el estado de Israel en la tierra prometida a
los segundos en su libro sagrado, bendecido por occidente a
consecuencia del complejo de culpa generado por la persecución
que sufrieron los hebreos durante la segunda guerra mundial,
los sionistas debieron pensar que volvían a la casa paterna
que les pertenecía por derecho, usurpada hasta entonces
por unos bastardos, descendientes de una concubina. Solo así
se explica el desprecio con el que desde entonces trataron y
siguen tratando a los palestinos, los habitantes naturales de
ese territorio. La última muestra del cainismo y de la
falta de compasión del estado de Israel la hemos vivido
recientemente, con su ataque sobre Gaza.
Las reacciones en occidente a estos hechos son básicamente
de tres tipos: Primero están los que siguiendo a Estados
Unidos afirman que la culpa exclusiva del conflicto es de Hamas
y, por extensión, de los propios palestinos. Hamas es
un repugnante grupo integrista islámico formado por terroristas
fanáticos que, en un gesto de estupidez suicida, rompieron
unilateralmente la tregua con Israel, lanzando cohetes a su
territorio. Pero no nos engañemos. Hamas es responsable
de sus bombas no de las del ejército de Israel. El lanzamiento
de cohetes no justifica ni tan solo atenúa la responsabilidad
judía en la masacre de Gaza. Culpar a Hamas de estos
hechos seria como culparnos a los españoles del atentado
del 11 de Marzo por la participación de España
en las guerras de Irak y Afganistán o a los estadounidenses
del atentado de las torres gemelas por la primera guerra de
Irak con Bush padre. Sería también como culpar
a los judíos de la noche de los cristales rotos por el
asesinato de Vom Rath. Si dentro de un mes una bomba de Hamas
en un mercado de una ciudad israelí mata a decenas de
civiles incluyendo a niños a nadie se le ocurrirá
decir que la culpa es de Israel por los bombardeos de estos
días. Aplíquese eso a la situación actual
pero con cientos de víctimas en lugar de decenas.
Un segundo grupo reparte culpas pero “comprende”
que Israel tiene derecho a defenderse. El problema es que los
palestinos también pueden ampararse en ese derecho para
atentar contra Israel. Defenderse de las confiscaciones de tierras,
defenderse del muro, de los asesinatos selectivos, de las intervenciones
militares anteriores… El argumento en su versión
infantil seria “¡ha empezado él!” pero
¿Empezó esto realmente Hamas, o habría
que buscar el inicio del conflicto en la propia creación
del estado de Israel? Explicarle a un palestino la existencia
del estado que lo martiriza en base a un libro sagrado de una
religión que no es la suya y a la culpa de occidente
por los efectos de una guerra en que no participó es
complicado. Por supuesto que esto no justifica un atentado de
Hamas contra Israel, pero tampoco dicho atentado puede justificar
una intervención militar tan sangrienta. Volvamos al
ejemplo de antes, si una bomba de Hamas mata a una niña
israelí, ¿diremos que los palestinos se están
defendiendo o lo consideraremos un horrendo asesinato? Bombardear
Gaza (una zona repleta de civiles) como represalia por el lanzamiento
de cohetes es como si a consecuencia de un atentado de ETA el
gobierno español decidiera bombardear Bilbao. La única
diferencia es que los etarras tienen bastantes menos excusas
para sus atropellos que los palestinos. Más aun, Israel
también bombardeo el Líbano como represalia contra
Hizbula. No solo las zonas que controlan los terroristas sino
también las controladas por el gobierno libanés
(antisirio y por tanto contrario a la prosiria Hizbula). Esto
es como si a consecuencia de un atentado de ETA en Francia el
gobierno de Sarkozy decidiera bombardear Madrid o Valencia.
El tercer grupo lamenta (aunque no se atreve a condenar) la
desproporción del ataque. Esa es por ejemplo la postura
del presidente español. Nótese que lo que Zapatero
condena es la desproporción del ataque, no el ataque
en sí. Si en lugar de hablar de cientos de bajas estuviéramos
hablando de decenas, por lo visto le parecería bien.
Por supuesto tanto la oposición española, como
la embajada israelí han tomado tan diplomático
reproche como excesivo. Esto encierra un argumento perverso.
Israel tiene derecho a proteger a sus ciudadanos, pero no a
costa de masacrar inocentes. Considerar que el bombardeo es
legítimo, pero que se ha excedido en su alcance es una
falacia. La acción de Israel no solo es desproporcionada.
Es criminal. Las acciones militares contra población
civil son criminales las efectúe el ejercito alemán
sobre Guernica, el inglés sobre Dresde o el judío
sobre Gaza.
Finalmente, en contraste con la pasividad de sus gobiernos,
la ciudadanía de occidente sí esta reaccionando
con mayor sentido ético contra esta matanza, pero por
desgracia no parece que la posición de sus ciudadanos
inquiete especialmente a sus gobiernos. Además las manifestaciones
contra Israel intentan ser capitalizadas por grupos de extrema
izquierda carentes de credibilidad, que perjudican la seriedad
de los actos. Así en Barcelona un participante en la
“marcha por Palestina” exhibió un arma. Peor
fue lo ocurrido en Irlanda del Norte donde en dicha marcha participo
el etarra De Juana, asesino convicto y confeso. Con amigos así,
deben pensar los palestinos, quien necesita judíos que
nos bombardeen…
Cuando la ministra de exteriores israelí afirmó
que Hamas no solo es enemigo de de los israelíes sino
también de los palestinos tenia razón. Lo que
la ministra no dice es de quien es enemigo Israel. ¿De
los terroristas? ¿De los palestinos? ¿De todos
los musulmanes? ¿De la paz?... En fin… ¿De
la humanidad?